Foto: [Perú Católico]
Respetado Párroco
Reciba un cordial saludo
Julio de 2017
Usted me conoce, soy un joven católico, me ha visto regularmente en misa solo, con mis amigos o con mis padres y hermanos; somos una buena familia, colaboradora con la parroquia, la cual frecuento desde niño. En ella hice la primera comunión y la confirmación, las personas que frecuentan la iglesia me han felicitado por ser un “joven juicioso”.
En la parroquia han estado varios párrocos con maneras de ser distintas, unos muy humanos, abiertos y comprometidos, otros cerrados y lejanos de la comunidad, unos con predicaciones que ayudan a la vida y otros con predicaciones regañonas y cansonas.
Desde que llegó a la parroquia, usted ha sido una persona respetuosa en el trato personal, pero los mensajes de su predicación son un desastre. No motivan ni convencen porque se dedica a regañar a la gente porque no va misa, a criticar a los pecadores y a las otras religiones, a lamentarse de los cambios de la gente y de la religión. Poco habla del amor de Dios, del mensaje y la vida de Jesucristo, que es lo fundamental para los católicos.
Desde hace un año usted se ha dedicado a decir que los homosexuales “son una aberración”, “se van a ir infierno”, “quieren pervertir a la niñez y la juventud”, “van a acabar con la familia” y que son “fruto del pecado”. En su campaña contra el plebiscito, usted se dedicó a hablar contra el proceso de paz porque la ideología de género nos iba a invadir y que al país se lo iban a tomar los homosexuales y que iba a ser entregado las FARC.
Cuando leí los acuerdos, escuché lo que dijo el gerente de la campaña del No y leí el comunicado de la Conferencia Episcopal de Colombia, en la que decía que en los acuerdos de la Habana no había ideología de género; me di cuenta que sus afirmaciones no eran ciertas y que en la iglesia no teníamos por qué creer todo lo que usted dijera. Sus palabras me han indignado, me generan rabia y dolor. No reflejan en nada la humanidad de Cristo.
Desde que tengo uso de razón siento atracción por los hombres, no me atraen las mujeres. No me he atrevido a decírselo a nadie, en mi casa nadie sabe, he vivido solo mi realidad.
Con todo respeto le pregunto: ¿Ha pensado alguna vez en el dolor y el sufrimiento de las mujeres y hombres homosexuales y sus familias que vamos a la iglesia? ¿Dónde está el amor, incluso a los enemigos, que predicó Jesús? ¿Quién puede tirar la primera piedra?
[Con respeto,]
[Un joven de su parroquia. - ][P]arche para la vida, 4