Yo Reporto - Equipo Jurídico Pueblos
[27 Ene 2015]
A pesar de haber sido identificado plenamente su cuerpo después de morir en combate entre integrantes del ELN con tropas del Ejercito Nacional, el Estado colombiano no entregó los restos de Camilo Torres Restrepo a su madre Isabel recién ocurrido los hechos. Casi cincuenta años después, el 25 de enero de 2016, en horas de la mañana, un grupo reducido de personas, en su mayoría funcionarios de Medicina legal y altos mandos militares de la V Brigada, procedieron a exhumar unos restos que presuntamente responden al Padre Camilo. La noche anterior llovió sobre la meseta de Bucaramanga, primera vez en el año y generó demora en los vuelos, entre los que que viajaba el Padre Javier Giraldo y el director nacional del Instituto de Medicina Legal Carlos Eduardo Valdés.
Todo indica que los restos de Camilo han estado desde hace 47 años en un mausoleo militar ubicado en el cementerio central de la capital santandereana. Desde temprano, soldados fuertemente armados acordonaron el lugar presagiando para el transeúnte de la calle 45 que algo raro estaba sucediendo. A las 9:40 hace presencia en las instalaciones el Director Nacional, quien invita a los participantes de la diligencia a una reunión en el segundo piso; allí Valdés aclaró que no se trata de un procedimiento judicial en la medida que no existe denuncia alguna sino que es un requerimiento directo de la Presidencia de la República. En medio de la charla introductoria hace presencia el Brigadier General Giraldo Bonilla, comandante de la V Brigada, aumentando así el número de militares en la diligencia. Sin mayor preámbulo, la comitiva se traslada a pie al panteón ubicado a uno pocos metros bajo la sombra de un frondoso árbol; la marcha se hace en silencio, salvo algunos murmullos de militares y de los técnicos. Los funcionarios de medicina legal instalaron sus equipos en el lugar donde presuntamente reposaban los restos, un osario ubicado en la parte derecha superior del panteón identificado con una lápida con escudo nacional en alto relieve y con el nombre “cabo 2 octubre 14 de 1965 Mario B Cáceres D”. Llegar a este lugar tan preciso implicó un trabajo de años de rastreo minucioso por parte de un grupo de camilistas de convicción y de las organizaciones sociales que nunca dejaron de buscar. Un hombre vestido de blanco conforme los protocolos martilló con cincel la lápida, mientras una funcionaria registraba en acta todo lo que sucedía.
En una escena difícil de comprender, en primera fila, el General Giraldo y demás oficiales, observaban como se desmoronaba el cemento que ocultó por décadas los que pueden ser los restos de un mártir de toda América Latina, del precursor de la Teología de la Liberación. Atrás, sin tanto protagonismo, la figura menuda del Padre Javier Giraldo, silencioso, profundo, en él representados todos los que sentimos a Camilo Vivo. Al desprenderse el velo de concreto, observamos una caja, era una urna de madera bien conservada, en ella unos restos que nadie pudo observar mientras las cámaras de los militares apuntaban hacia el nicho, ansiosos en fotografiar los huesos del cura guerrillero. No fue posible, el cofre no fue abierto, se procedió a embalarlo para luego trasladarlo a los laboratorios forenses para el respectivo análisis; allí se extraerá la muestra de ADN que será cotejada con los restos de Isabel, la madre que murió en Cuba esperando que el general Valencia Tovar suministrara datos verídicos sobre el lugar donde ocultó el cuerpo. El rumor del momento se convirtió en noticia en los medios de comunicación tradicional que informaron sobre la exhumación; lo que se pretendió hacer en total confidencialidad, se anunció como un gesto de paz del actual gobierno, lo que no dijeron, es que más que un gesto es su deber entregar los restos de Camilo permitiendo que regresen a las entrañas del pueblo colombiano.
Resta esperar los resultados del estudio de genética forense; por ahora, el domingo 14 de febrero, los sectores populares peregrinarán hacia el lugar donde cayó Camilo, en las montañas del Carmen de Chucurí, donde repasaremos la última senda transitada por Camilo. De esta manera, se hará de Patiocemento un lugar de vida que anime a las generaciones que resisten contra la exclusión y el marginamiento.
Bucaramanga, 26 de enero de 2016.