Por culpa de ustedes, el nombre de Dios es denigrado entre las naciones (Romanos 2,24)
Bogotá, 9 de abril del 2020
"Me gusta tu Cristo... No me gustan tus cristianos. * Tus cristianos son muy diferentes a tu Cristo"* Mahatma Gandhi.
Estimado
Hermano en la fe
Cristianos, cristianos, personas interesadas
Cordial saludo,
El “paro de la naturaleza”, por el COVID-19, está evidenciando el carácter inequitativo, injusto y destructivo de la sociedad actual, sus graves repercusiones para la vida (humana y del planeta) y el costo humano y social de convertir “todas las cosas” en negocio –incluida la salud-; está cuestionando los “valores” engañosos que la orientan y los riesgos del llamado “progreso” y “desarrollo; está poniendo al descubierto el poder, económico y financiero, que ha apropiado del mínimo vital necesario para la vida de millones de personas, deteriorando el planeta con las consecuencias que hoy vivimos.
Esta es una sociedad produce víctimas con las violencias, el hambre, las balas, la represión, la exclusión, el racismo… No podemos ignorar que los cristianismos (católico, evangélico, protestante…) hemos ayudado a construirla, por acción o por omisión.
Te escribo esta carta porque, a pesar de nuestras diferencias, nos duelen las profundas injusticias sociales y el uso de la fe para justificarse.
Los especialistas y personas informadas, nos dicen que este virus que se expande fácil, silenciosa y rápidamente, ese es su gran riesgo; que un número reducido de infectados necesitaran hospitalización, más reducido aún irán a cuidados intensivos y pocos morirán; que el riesgo está en el colapso de los sistemas hospitalarios, por rápida expansión y contagio, con las personas mayores edad y con quienes tienen enfermedades preexistentes o bajo nivel inmunológico sin importar la edad; que a las personas con buen sistema inmunológico no les pasará nada.
Coinciden en señalar que su verdadero peligro lo constituye las profundadas inequidades e injusticia sociales (falta de empleos dignos y estables para las mayorías), en la falta de educación y la precariedad e insuficiencia de los sistemas de salud.
¿Por qué la inequidad e injusticia social son un riesgo?
Porque las personas con los mínimos vitales cubiertos, con recursos económicos suficientes o trabajos dignos y estables, pueden sobrellevar una cuarentena sin mayores problemas; porque una alimentación sana y una buena calidad de vida, aseguran un sistema inmunológico fuerte frente al virus; porque mientras haya una sola persona contagiada, toda la sociedad está en riesgo.
¿Por qué la falta de educación?
Porque un buen nivel educativo permite comprender mejor los riesgos, asumirlo con realismo, sin miedo y tomar decisiones más informadas y por eso más eficaces.
¿Por qué la precariedad del el sistema de salud?
Porque una suficiente cobertura en salud, una buena red hospitalaria, unas buenas condiciones laborales para todo el personal sanitario, una adecuada dotación que garantice la bioseguridad para todo el personal y un buen sistema de salud preventiva permite reducir las hospitalizaciones, garantizar a quienes lo requieran una atención a tiempo y una mayor y mejor superación de las urgencias.
Pero la realidad es que esta sociedad es profundamente injusta.
En una carta anterior le recordaba que el 1% de la población mundial tiene casi tanta riqueza como el 99% restante y que 8 millonarios tienen la riqueza de 3.500 millones de personas, que en Colombia de los 48.258.000 de habitantes, 13.029.000 no alcanzan a cubrir las necesidades básica, que 9.450.000 tienen múltiples carencias básicas y que 3.508.000, viven en la pobreza extrema, ordinariamente pasan hambre.
El acceso a la cultura y a la educación de calidad y a las condiciones necesarias para estudiar es restringido para la mayoría. La falta de acceso a educación es causa y consecuencia de la injusticia social. La salud, en los últimos 30 años ha pasado de enferma a grave y de grave a cuidados intensivos.
El pueblo ha pagado sobre costos escandalosos por las medicinas, los robos multimillonarios a la salud, conoce la impunidad de la que gozan los grandes “ladrones”, padece las consecuencias del deterioro de las condiciones laborales del personal de la salud, ha vivido experiencias dolorosas e indignantes con las EPS, incluyendo daños irreparables a la vida de sus seres queridos; todo porque la salud ser convirtió en un lucrativo negocio de los grandes grupos económicos con la complicidad del Estado.
Se colocó el dinero por encima de la vida del pueblo y el pueblo ha sido responsable por permitirlo.
Una imagen que circula por redes describe muy bien las prioridades del país: en una foto, están los miembros del ESMAD (Escuadrón móvil anti disturbios) con su excelente y técnico sistema de protección y en la otra, el personal de salud con su sistema de protección hecho con bolsas plástica de basura.
Otra cara de la sociedad actual, es la destrucción del planeta y el riesgo de desaparición de miles de especies, incluida la humana. Así lo describe Gian Lucca Garetti, analizando los SARS, virus familiares del COVID-19:
“alrededor el 70% de las enfermedades infecciosas emergentes y casi todas las pandemias recientes son zoonosis, es decir, con origen animal (la mayoría salvajes) que al invadir su habitat pasan a los personas, aumentando la exposición a diversos agentes infecciosos. Y concluye: “Esta pandemia es una prueba general de cómo el neoliberalismo, con la contaminación, con el cambio climático, con la exacerbación de las desigualdades, nos está llevando derecho hacia la sexta extinción masiva”.
¿Qué es el neoliberalismo, cuál es su origen y por qué lo señalan como causante de la actual crisis humano-ambiental?
Para ubicarnos en la realidad concreta del neoliberalismo, te invito a hablar con tus padres o abuelos y que te cuenten como era la economía hace 40 o 50 años, cuando con una persona que trabajara en la familia (que era numerosa) alcanzaba para la comida, el vestido, la educación y la habitación, austera pero suficientemente. Por ejemplo, el agua, la luz, la salud, la educación, el transporte y la alimentación eran más baratos, la mayoría de colombianos vivían del campo y producían suficiente comida.
Luego, que te cuenten cuándo y cómo empezó el éxodo de campesinos a la ciudad por la crisis del campo, el desplazamiento forzado y el despojo de las tierras; cuándo y cómo empezó el deterioro de las condiciones laborales de todos los trabajadores; cuándo y cómo se privatizaron el agua, el aseo, la luz, el transporte, el teléfono, las carreteras, bancos, la salud… y una larga lista de entidades de servicios públicos que pasaron a ser lucrativos negocios privados; cuándo y cómo acabaron con la pequeña y mediana industria, con pequeños y medianos comercios, cooperativas… Te sugiero que luego hagan la comparación con la situación económica de hoy.
Estos cambios son causados por el neoliberalismo.
El neoliberalismo es un sistema político económico y financiero mundial que impuso a los estados la privatización de los bienes y servicios públicos (agua, energía, transporte, salud, educación, aseo, carreteras, bancos…), la desregulación gubernamental para evitar el control de los estados a los grandes capitales financieros (bancos, fondos privados, bolsas de valores) y el recorte al gasto social, es decir, que los estados no deben gastar a favor de la sociedad, del pueblo.
El principio neoliberal es que todo lo social y publico debe convertirse en negocio privado de empresas nacionales y multinacionales, sin ningún control, ni beneficios para las mayoría de los países. Los Estados deben estar al servicio del capital financiero y de las grandes empresas multinacionales.
El neoliberalismo, fue creado a finales de los años 60 en la Faculta de Economía Universidad de Chicago por Milton Friedman y para imponerlo utilizó las investigaciones sobre el uso del shock en las personas y en la sociedad, realizadas por Ewen Cameron en el Instituto de Memoria Allan de la Universidad McGill de Montreal y se impuso en el mundo las décadas de los 70, 80 y 90. M. Friedman, estaba convencido que “sólo una crisis –real o percibida- da lugar a un cambio verdadero” y * el neoliberalismo era un profundo cambio, por eso para su expansión utilizó la doctrina del shock, como lo documentó Noami Klein: “guerras, atentados terroristas, golpes de Estado y desastres naturales. Luego, [los países] vuelven a ser víctimas del shock a manos de las empresas y los políticos que explotan el miedo y la desorientación fruto del primer shock para implantar una terapia del shock económica. Después, cuando la gente se atreve a resistirse a estas medidas políticas se les aplica un tercer shock si es necesario, mediante acciones policiales, intervenciones militares e interrogatorios en prisión*”.
La regla económica impuesta por Friedman fue: MV = PT (Dinero x Velocidad = Precio x Transacciones), sin importar las consecuencias humanas y ambientales.
El neoliberalismo se impuso con el apoyo, por acción o por omisión, del cristianismo.
El Fondo Monetario Internacional -FMI, promovió la “teología del capitalismo total” que presenta al neoliberalismo económico y financiero como “el único camino realista para cumplir sus exigencias [de la teología cristiana] la opción preferencial por los pobres y la encarnación económico-social del Reino de Dios”.
Es doloroso y escandaloso reconocer el uso de la religión y la teología para un proyecto tan contrario al proyecto de Jesús de Nazaret.
En la carta anterior te recordaba que Jesús de Nazaret, en la parábola del juicio final (Mateo 25,31-43) colocaba como condición para entrar al Reino (la salvación) las acciones concretas frente a los hambrientos, sedientos, desnudos, encarcelados, enfermos, forasteros-migrantes y afirmaba que todo lo que hicieron o dejaron de hacerle a “estos hermanos más pequeños, conmigo lo hicieron o dejaron de hacerlo”.
Desde antes la Palabra de Dios afirmaba: “Entre ustedes no deberá haber pobres, porque el Señor tu Dios te colmará de bendiciones en la tierra que él mismo te da para que la poseas como herencia. Y así será, siempre y cuando obedezcas al Señor tu Dios y cumplas fielmente todos estos mandamientos que hoy te ordeno” (Deuteronomio 15, 4-5).
La implantación del neoliberalismo ha producido hambre y muertos por hambre, sed y destrucción de las fuentes de agua, emigración y desplazamientos forzado, desnudez y carencia de vivienda, enfermedad y negocio en la salud, cárceles desbordadas e inhumanas, destrucción el planeta para reproducción y acumulación de capital.
Esta implantación tuvo una teología (de la prosperidad) y el apoyo de sectores cristianismos (sin el conocimiento y consentimiento de la mayoría de creyentes) a pesar de estar en abierta contradicción con el Reino de Dios.
Te invito a que reconozcamos el pecado (de pensamiento, palabra, acción y omisión) personal, social, estructural y ecológico de la implantación por la fuerza (de la corrupción, la violencia, el dinero, el engaño) de este modelo social y económico que mata, de diversas maneras, la vida de las personas y del planeta.
Pidamos perdón a todas las víctimas, a la naturaleza y a Dios (porque colocamos el dinero por encima de la vida y de Dios).
Fraternalmente,
P. Alberto Franco, CSsR, J&P francoalberto9@gmail.com