[Foto: Kavilando]
**Abilio Peña-~~@~~Abiliopena
[6 Ago 2015]
En distintos momentos de la historia de Colombia, las iglesias, en plural, han asumido un compromiso directo por la paz de nuestro país, mas siempre los gobiernos y aún hasta las mismas insurgencias habían interlocutado predominantemente con la Iglesia Católica o solicitado su exclusiva mediación.
En esta oportunidad se ha sucedido un cambio significativo. El protagonismo crecientes de otras iglesias, además de la católica, ha hecho que se conviertan en interlocutor necesario de las partes en diálogo y en motor importante de movilización social inspirada desde la fe.
La palabra de las iglesias ha resonado con fuerza en sus coopartes internacionales, particularmente en el llamado que han dirigido al gobierno, a la guerrilla de las Farc-Ep, a pactar un cese bilateral al fuego que detenga el desangre de la población civil, de soldados, de guerrilleros y las afectaciones ambientales que como se demostró en el cese de mas de cinco meses respetado por la insurgencia, evitó tantas muertes y daños innecesarias. Así mismo llama al gobierno de Colombia y a la Guerrilla del ELN a iniciar los diálogos formales, pues sin las demás insurgencias los acuerdos de paz no serían completos.
En este movimiento creciente de los creyentes abogando por la paz, varias acciones significativas han sucedido; 150 miembros de iglesias motivados por el Diálogo Eclesial por la Paz en Colombia -Dipaz- incluída la católica, hicieron hincapié a las partes en las vidas humanas preservadas en la decisión tomada por las Farc de un cese unilateral de cinco meses, y llamó con vehemencia a pactar un cese bilateral al fuego que evite mayores daños irreparables.
También la articulación "Comunidades Basadas en la Fe (Religiones, Espiritualidades y Organizaciones Sociales de Fe)", convocaron a una vigilia en la plaza de Bolívar con un llamamiento similar, y un significativo número de congregaciones, iglesias, líderes eclesiales llamaron también públicamente “a parar la Guerra y a pactar un cese Bilateral al Fuego”.
Por su parte, 114 religiosas de la comunidad Franciscana de nuestra señora de Lourdes de Rochester Minessota, en Estados Unidos, dirigieron carta al gobierno de Colombia y a la Guerrilla de las Farc-EP alentando también a que se pacte el cese bilateral al fuego, reconociendo los avances en los diálogos y recordando que los acuerdos deben estar inspirados por la justicia, para evitar que se repitan los ciclos de violencia que han desangrado a Colombia. Con claridad profética manifestaron que “Todas las vidas son sagradas como lo ha recordado el Papa Francisco en su reciente Enciclica Laudato Si. La de la población civil, la de la naturaleza, la de los soldados y policías y la de los guerrilleros. El gobierno debe cambiar su posición de negarse a un acuerdo entre las dos partes por un cese al fuego en pro de la vida y de la mayor legitimidad de los diálogos que se vienen adelantando. Llamamos con la fuerza del Evangelio, en presencia San Francisco de Asís, de Santa Clara, todos constructores de paz, a desescalar la confrontación y a pactar un cese bilateral al fuego”.
Entre las firmantes de la carta se encuentra la hermana Joan Brown, recientemente premiada por el gobierno de los Estados Unidos como una de las doce personas que, inspiradas en la fe, han protegido a las comunidades y al medio ambiente de los efectos del cambio climático. Esa fuerza moral en la sociedad estadounidense se compromete con la construcción de la paz con justicia en nuestro país y da fuerza a esa corriente de plurales confesiones que genera opinión e inciden en favor del proceso.
Es especialmente significativo, entonces, que de un lado las Farc-Ep hayan invitado a las iglesias a ser veedoras del cese al fuego unilateral por ellos decretado, que haya manifestado su deseo de reunirse con el papa Francisco en su visita de septiembre a Cuba, y que el gobierno haya respondido positivamente la carta de los líderes religiosos mundiales. Esperamos que las iglesias en plural y las organizaciones eclesiales no sean inferiores a la importante responsabilidad histórica que se les ha puesto en las manos.