Foto: Congreso de los Pueblos
9 Jul 2017
Yo Reporto - Congreso de los Pueblos Bogotá
[La lista de falsos positivos judiciales se engorda]
Ya han pasado dos años desde la detención de 13 líderes sociales en Bogotá, algunos pertenecientes al Congreso de los Pueblos, acusados mediáticamente de poner bombas y jurídicamente de organizar una manifestación en una universidad. Hoy, por las pantallas y redacciones de los grandes medios han pasado cientos de casos similares, es justo recordar, aprender y no olvidar.
Hoy 8 de Julio se cumplen dos años de la captura de los y las 13 jóvenes luchadoras y luchadores sociales, algunos de ellos pertenecientes al Congreso de los pueblos y ejemplares personas, seguimos recordándoles con mucho aprecio por enseñarle a más de uno y una a defender sus ideas y su pensamiento crítico hasta el último momento. Ellos al igual que el profesor Miguel Ángel Beltrán están libres hoy, pero es necesario aunar fuerzas para quienes siguen aún presos de la libertad, para que salgan a defender sus ideas, de manera más fervorosa, visibilizando que el pensamiento crítico no puede ser considerado como terrorismo, y más en un país donde se avanza en la solución política al conflicto armado. No es posible hablar de paz, cuando se están persiguiendo a los y las líderes sociales en el país, no se puede hablar de paz cuando cada vez más se profundiza la pobreza y la desigualdad, nuestras fuerzas deben unificarse para exigir cambios reales y transformaciones posibles a quienes siempre han tenido el poder para una real paz.
Las incongruencias.
Las pruebas de los casos anteriormente nombrados, hacen parte de la vida cotidiana de cada una de las personas, pruebas como libros del Che, o sobre el conflicto en el país, banderas, elementos básicos de las carreras profesionales, computadores, entre otros elementos han sido el pretexto para que los medios masivos de comunicación los muestran como grandes pruebas reinas, llevando a la reflexión si realmente se legitima el despliegue de una fuerza personal y de recursos para encontrar no más que elementos referentes de las profesiones o carreras, buscando mostrar resultados que no son más que pantallas de humo para mostrar la “fortaleza” de las instituciones del Estado, que lejos de ser fuertes son débiles y manipuladas.
No son cualquiera las personas inculpadas, encarceladas y asesinadas en Bogotá y en el resto del país, casos como el de Milena Quiroz líder comunitaria capturada por organizar marchas (como si eso constituyera un delito ), como Feliciano Valencia consejero indígena condenado a 18 años de prisión por ejercer la autonomía de los pueblos indígenas recientemente puesto en libertad, el caso de los 9 que ha cursado las últimas semanas acusados mediáticamente del atentado al centro comercial Andino pero judicialmente por otras cosas y los más de 35 líderes asesinados en lo corrido de este año; reflejan la sistemática persecución a quién piensa diferente. Llegando a cuestionar las garantías para la participación política donde el solo hecho de pensar diferente al establecimiento ya pone en peligro la vida y la libertad.
¿Y ante esto qué?
No es posible seguir la vida, obviando esta realidad que vive nuestro país, teniendo en cuenta que este tipo de acciones no son ajenas al momento político por el que se está pasando, una paz firmada en un papel pero que para el movimiento social y político representa persecución y falta de garantías para el ejercicio de la política; son situaciones que tienden a volverse el pan diario en el país y por ello es necesario hacerle frente desde diferentes espacios, siendo uno de los más fundamentales los medios de comunicación alternativos y si es posible en los masivos, denunciando este conflicto que cada vez se agudiza más, no se puede permitir que se estigmatice el pensamiento crítico y se relacione con el terrorismo. De igual manera se deben exigir las garantías y transparencia para los procesos que siguen en curso, y responsabilizar al Estado para que sigan muriendo lideres sociales en el país. Estudiantes y plataformas sociales han venido agitando diferentes campañas como “Libres Lxs Queremos”, “Que pensar diferente no nos cueste la vida ni la libertad”, “Somos Dignidad”, entre otras que apoyadas con acciones como plantones, performance, movilizaciones, actos culturles han sido el fortin para demostrar el descontento ante esta situación que se vuelve una clara amenaza para la paz en este país.
Es necesario entonces juntar esfuerzos para que todas estas campañas y acciones se encuentren en una propuesta común que les permita agitar a nivel nacional y en la opinión pública, esta problemática con el fin de que toda la ciudadanía y población Colombiana la conosca. Se requieren exigencias comunes que muevan el malestar actual para que no solo se resuelvan los casos que se llevan a cabo, sino para que estas injusticias no se vuelvan a repetir. Hacemos el llamado para que desde los distintos observatorios y mesas de derechos humanos se articulen y se fortalezcan para hacerle frente a esta política de estado de manera colectiva y permante. Se requiere que las Universidad en cabeza de sus rectores se manifiesten en los medios de comunicación exigiendo la no estigmatización a su comunidad universitaria. Y por último invitar a la juventud a ponerse en disposición de exigir sus derechos, a organizarse, a liderar proyectos, a protestar, a pensar distinto, como una tarea necesaria e indispensable para la construcción de paz, es por eso que la participación de los jóvenes y la sociedad en general es fundamental para defender el derecho a la vida y la libertad; la paz sin aún constituirse ya se encuentra amenazada y no se pueden lograr los cambios que queremos si no se disputan en la calle, es la oligarquía quién decide como entregarle el poder a la clase popular, si a las buenas o a las malas. La construcción de paz empieza por entender que el pensamiento critico no es terrorismo y que el ser líder social no es terrorismo.