Lecciones cristianas olvidadas por los cristianos IV: Usar la misma medida para medir los mismo hechos

foto

Por culpa de ustedes, el nombre de Dios es denigrado entre las naciones. (Romanos 2,24)

"Me gusta tu Cristo... No me gustan tus cristianos. Tus cristianos son muy diferentes a tu Cristo" -Mahatma Gandhi.

Estimado

Hermano en la fe, Cristianos, cristianas, personas interesadas

Cordial saludo,

Una vez más, te planteo temas político-religiosos, no para cuestionar tus ideas políticas o que gente cercana a ti sea de extrema derecha. Ese no es el problema, aunque tengan argumentos discutibles por falta de solidez y realismo. Tampoco es problema que haya cristianos que sigan partidos políticos de extrema derecha, de derecha, de centro o de izquierda.  

El problema que planteo, es la forma de defender (desde diversos lados del espectro político nacional e internacional) sus posiciones y visiones, y la forma de atacar a sus contradictores o llamados enemigos.

Frecuentemente, ante la falta de argumentos y razones, recurren a descalificaciones y ataques personales, ordinariamente, de forma irracional e inmisericorde. Más aún, que lo hagan en nombre de Dios y con afirmaciones que poco tiene que ver con El, que utilicen la religión para afirmar “su verdad” y “su autoridad”, que alimenten el odio hacia “los otros”, hacia “el otro lado”; que confundan el pensar y el ser diferente con ser “mala gente” o carente de valor y dignidad.

Y lo más contradictorio, que cristianos y cristianas usen mentiras para atacar o defender, reproduzcan el odio y afirmen que lo hacen defendiendo la verdadera religión cristiana.  

Entre las raíces de esta contradicción están: seguir, ciegamente y sin análisis, lo que dicen sus líderes y “predicadores”, de diversas iglesias,  por redes sociales y medios afines a sus intereses y visiones, dejando a un lado la búsqueda honesta de la verdad, el respeto a las actitudes básicas humanas y cristianas;  dar por cierto que la visión del mundo y de Dios de sus líderes, es la única y verdadera;  negar la posibilidad de que criticar sus ideas y visiones del mundo y de Dios; no admitir que sus “contradictores”  pueden tener parte de razón;  y sobre todo, dejar de lado actitudes fundamentales de que el cristianismo propone. De esta contradicción quiero que reflexionemos y que recordemos que el Señor Jesús dijo:

La medida que usen para medir la usarán con ustedes” (Mt 7,2)

Es un escándalo que los cristianos contradigan los mensajes centrales de la Biblia (como hemos reflexionado en anteriores cartas) que, entre otras enseñanzas, dice: “En esto conocerán todos que son mis discípulos, en el amor que se tengan unos a otros” (Jn 13,35), “Amen a sus enemigos” (Mt 544), “Vence el mal haciendo el bien” (Rom 12,21), “Busquen primero el reino de Dios y su justicia” (Mt 6,33) y olvidan que la medida que usemos para medir la usarán con nosotros (Cf. Mt 7,2). El mensaje de Jesús de utilizar la misma medida “para medir y que nos midan”, poco lo practican los sectores de los que venimos hablando, cuando debería ser lo lógico, lo humano, lo ciudadano, lo legal y lo cristiano.

Para estos sectores socio-religiosos es normal ver, escuchar y pensar, ciegamente, de acuerdo lo que sus líderes piensan, ven y hablan, sin darse cuenta que detrás de sus “bellos discursos” están sus intereses, a veces oscuros. Sus seguidores creen ciegamente en sus líderes, porque a través de los medios de información y redes sociales, con diversas formas y en diversas voces, con apariencia de seriedad, de cientificidad y de verdad, los llevan ver una sola cara de la realidad: la que ellos deciden mostrar. Y olvidan o desconocen que la moneda tiene otra cara, que hay otros argumentos, otras formas de ver la misma realidad. Y todo para que no vean la inconsistencia de sus argumentos religiosos, político, sociales…

Y así no se ve que usan medidas distintas para medir los mismos hechos.

La cuarentena me permitió seguir varios hechos de actualidad (políticos, judiciales, de orden publico, de corrupción, del manejo económico de la pandemia…) por diversos medios de información y redes sociales, y pude ver el manejo que hacen ciertos líderes para esconder o maquillar sus visiones e intereses políticos y económicos, bastante torcidos, presentándose ante el mundo como personas honestas y honorables. Pude, además, contrastar fuentes y “argumentos”, y ver los niveles de engaño y manipulación a las que se llega.

Esta manipulación y engaño las he visto y vivido en diálogos personales y en redes sociales, principalmente de este sector del que venimos hablando, sector que repite lo que dicen sus líderes y “predicadores”, muchos de ellos politiqueros, corruptos y mentiros (hay líderes de otros sectores que hacen mismo).

Lo escandaloso e inaceptable es que se presentan como “los buenos”, los defensores de los valores tradicionales, los que dicen verdad, los defensores de la religión y del nombre de Dios, los que dictan las normas de buena conducta social y que actúan como si tuvieran la “autoridad divina”; y que jamás aceptarían que se usara con ellos la medida que usan con los demás, más aún, se consideran exentos de ser medidos, incluso, con medidas mucho más pequeñas que las que usan con los demás.

Te comparto estas reflexiones porque, como te lo he dicho otras veces, eres honesto en tus posiciones y creo que podemos, paso a paso, asumir los criterios del Evangelio y usar la misma medida para medir a todas las personas y los mismos hechos.  

Tener una doble medida, una para nosotros y otra para los otros, es una realidad aceptada por sectores religiosos que se creen con más derechos y autoridad que los demás. Esta realidad llevó a graves equivocaciones en el pasado. Equivocaciones que causaron mucho daño e hicieron quedar mal la religión cristiana (católica, evangélica, protestante) y llevó a gente buena y honesta a desconfiar de lo religioso. Esos sectores calificaron como un atentado a la fe, a la tradición, a la verdad revelada, las visiones, ideas, aportes y críticas de sectores sociales, religiosos, políticos o científicos y sociales críticos, realidades que hoy son aceptadas por todo el mundo, incluso por esos sectores que hoy hacen lo mismo con otras realidades.

También es verdad que hay tendencias muy arraigadas en los seres humanos, entre ellas: el ver la realidad desde nuestro punto de vista y considerar nuestro punto de vista como el verdadero, el mejor y el único; el miedo al cambio y a lo nuevo, que nos obliga pensar a reformular las ideas y creencias; a creerle, ciegamente, a las personas cercanas y de confianza o a quienes consideramos mejores que las demás; a creer que los equivocados son los otros; a mirar los hechos de acuerdo a nuestro intereses. No olvidemos que la memoria es tendenciosa y selectiva, y que eso vale para toda persona. El problema es que nos cerremos a las evidencias y usemos una doble medida.  

Te dije que había analizado hechos actuales, en otro momento escribiré de ellos, pero tomo como ejemplo, hechos del pasado:

  • Nuestros padres y abuelos nos contaron historias dolorosas de la forma como en la “época de la violencia” (así se conoce la violencia de los años 40 y 50) se mataban uno a otros, por ser liberales o conservadores, sin conocerse, sin saber y si eran buenas o malas personas, sin hacerse nada. Sólo por “ser del otro partido”.
Había una doble medida, dependiendo de quién midiera.

Mientras la gente del pueblo se peleaba y se mataba, los jefes liberales y conservadores tomaban whisky en los clubes sociales, se casaban y hacían negocios entre ellos.

Hicieron pactos, “bajo la mesa” y a espaldas del país, para repartirse los recursos económicos y el poder, para negar derechos básicos o acabar, de diversas maneras la “oposición”. Ellos envenenaron al pueblo y lo llevaron a “odiar hasta quien fue su buen vecino”, como dice la canción. Incluso con la participación de la religión.

Esta estrategia fue muy eficaz para ellos, porque el odio impedía al pueblo ver, oír o pensar, y así, no se daba cuenta que mientras los seres humanos se peleaban o mataban, al pueblo le robaban todo. Muy hábilmente usaban una doble medida.

  • Hace unos 14 años, un hombre de tu tendencia política-religiosa, me atacó verbalmente y me insultó. Me acusaba por ser defensor derechos humanos y ambientales, por pedir justicia y paz.

Me dijo que esas eran cosas de ateos, de comunistas o castrochasvistas y puso en duda mi fe cristiana y mi fidelidad al ministerio, porque según él, defendía la ideología de género. Por fortuna, logré respirar y no dejarme sacar de casillas.

Y le pregunté: ¿En qué se parecen Hugo Chávez, Álvaro Uribe y Fidel Castro? Me miró desconcertado, pensó un momento y dijo que en nada. Luego le recordé que los tres rechazaban y descalifican vehementemente los informes de Amnistía Internacional y de Human Rights Wastch sobre las violaciones a los derechos humanos.

Esos informes mostraban que Colombia era el campeón mundial, y con gran ventaja, de violaciones a los derechos humanos.

Le recordé que él y su gente solo hablaban de lo que pasaba allá (con informaciones sin contrastar) y no de lo que pasaba aquí. Lo que era un escándalo para todo el mundo. Muy hábiles para “colar el mosco y tragarse el camello” (Mt 23,24), como dice Jesús. Usan muy bien la doble medida.  

Podría alargarme con ejemplos, pero tú puedes recordar otros, y caer en la cuenta que muchos creyentes olvidamos el mensaje de Jesús: “Del mismo modo que ustedes juzguen, se les juzgará. La medida que usen para medir, la usarán con ustedes” (Mt 7,2)

Fraternalmente,

P. Alberto Franco, CSsR, J&P francoalberto9@gmail.com

Lea mas de nuestros columnistas