Los negocios de los pazologos

foto
[Foto: El Transporte]

[Por Camilo De Las Casas - ~~@~~CamilodCasas

[Agosto 11 de 2015]

Si la guerra ha sido un negocio para unos de aquí, y para otros de afuera, lo que ya es repudiable ética y moralmente, la paz también se está convirtiendo en un negocio. Me fastidia por eso mismo usar el término negociaciones para referirme a las conversaciones entre el gobierno y las guerrillas. Creo que de lo que se trata es de una cuestión ética y política, y no primariamente económica, así, una de las causas del alzamiento armado sea la exclusión y la injusticia social. De ahí mi preferencia por la palabra diálogo para expresar que se trata del mecanismo para acordar, para concertar, para pactar.

Con el inicio del proceso de diálogo con las FARC EP y las exploraciones con el ELN, se han multiplicado los asesores, los expertos, los opinólogos, lo que no está mal, si se trata del pluralismo y de la búsqueda de una salida para una nueva democracia en Colombia. Lo francamente preocupante es la cantidad de negocios que giran en torno a la paz, miles de millones de pesos, que no aportan a las transformaciones reales y ciertas que se requieren para consolidar una sociedad activa en un nuevo país o para visibilizar y fortalecer salidas estructurales que nacen desde quienes han padecido la violencia.

Los negociantes de la guerra tampoco se conocen, se sabe de empresarios privados nacionales, no solo de la DynCorp o de Monsanto;  se rumora de ex-presidentes y de ex-ministros, y de generales, que se han hecho a millones de millones pesos, alentando el lenguaje de la guerra, ganándose licitaciones, y proveyendo a los soldados de base lo peor, mientras los de arriba hacen sus ganancias. Al empobrecido siempre le toca.

Hace unos pocos días se conoció que la experta Natalia Springer se ha dedicado a “investigar” para la Fiscalía causas judiciales contra las FARC EP, y se ha ganado otro tanto de propuestas para la “promoción de la paz” por un valor de cerca de 5 mil millones de pesos; pero así como esta experta, otro tanto ocurre con la pugna financiera para promover relatorías de Foros y de Asambleas, que van a parar en publicaciones que unos pocos leen, otros pseudo expertos… así, se van llenando algunos los bolsillos, otros suman en sus hojas de vida, y otros posan como los gestores de la paz. Eso ha pasado en ambos procesos. Y esto es lo que sabemos, la paz como negocio está beneficiando, a ese sector la burocracia pública y privada, que cobra por todo, sobre la base de una experticia o una retórica bien hilada.

Esa paz suntuosa, despilfarradora es distante de la paz que nace con y al lado de las víctimas y sus organizaciones de base, es una afrenta moral a quienes padecen y han padecido la guerra, y es un signo de lo que nos espera. Mientras son millares los pesos para la “experta”, que poco conoce de la vida real de la guerra, en terreno y en directo,  si no la mayoría de las veces de fuentes mediadas, la mayoría institucionales, organizaciones de base con las uñas, a veces con poco dinero en regiones como el Meta, el Pacífico y Putumayo, realizan eventos, silenciados institucionalmente, en los cuales abordan el derecho a la paz, y sus apuestas, como ocurre con el Movimiento de Víctimas de Crímenes de Estado en Meta, Sucre y Antioquia; con la organización de Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos, ASFADDES, y Comunidades Construyendo Paz en los Territorios, CONPAZ, muchas de ellas endeudadas con cifras risibles entre 30 o 90 millones de pesos para eventos con millares de víctimas.

Ha sido tal el desatino, que hasta el propio PNUD, gasta hoteles suntuarios para víctimas de a pie que se sienten extremadamente mal al ver cómo sus organizaciones con el pago de habitación de cinco personas podrían realizar un taller o encuentro de 30 personas en su localidad. Así es la vida darwiniana, lo que pasa en la vida cotidiana, es lo que sucede con este tipo de promoción de la paz. Los renombrados, los lagartos, los que tienen relaciones, y algunos atributos, incluso sexuales, son los beneficiados, es una vergüenza, pero es la realidad en la que vivimos, devorando los grandes a los pequeños.

Pactada la terminación del conflicto armado, tal como se ve en el Plan Nacional de Desarrollo, y como se está viendo con los recursos públicos para asuntos sociales,  no serán las comunidades, las que habitan en las zonas de conflicto, las beneficiarias de las respuestas gubernamentales. Sin lugar a dudas, serán agentes externos, que diagnosticarán para que, a su vez, otros mediadores indiquen lo que debe hacerse en las comunidades, y por supuesto, es su criterio, no el que nace de un proceso de diálogo de saberes con las víctimas y sus organizaciones, porque parece que la paz es un asunto de clase, de dominación y de control con los de abajo. El estiércol del demonio se irá en cuanto experto se requiera, lo de Natalia Springer y tanto otro burócrata de la paz, es un mal precedente que requiere desde ya, penosamente, a quienes han siempre cargado del bulto, oponerse,  para ver si lo que si firma, deja algo de verdad y algo de justicia social.