Manuel Cepeda y la memoria en sus poemas

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Foto: Sin Olvido
9 Ago 2016

Se cumplen 22 años del asesinato del, poeta, pintor y político Manuel Cepeda Vargas, senador e integrante de la Unión Patriótica. Para muchos de sus amigos Manuel fue más que eso, fue un humanista que hizo de la indignación por las múltiples injusticias una llama que reavivó la esperanza de construir un país mejor. Desde el Congreso impulsó  el estatuto de la oposición que sigue en discusión 22 años después. Y desde la vida y con la poesía sembró también la memoria.

Aquí cinco de sus múltiples poemas para continuar regando la memoria con la esperanza.

Ave Fénix

¿Y por qué
no escapaste
cuando cayeron Jaime,
Leonardo,
Miller?
¿Cuando Teófilo partió en un viaje sin retorno
y Antequera entró en el aeropuerto
y Bernardo lanzó su última sonrisa?
Y cuando aquel desconocido (labriego, obrero, estudiante)
dijo: -Aquí luché, aquí muero.-
Y murió.

No hablamos de la cacería del tigre
ni de la flecha contra el águila
sino de un genocidio a la luz del día,
del racimo entregado al sacrificio,
de abuelos, nietos, hijos, madres
que en vano anhelaron tu regreso.

… Los árboles
transmiten sus semillas
en el aire.
Las lanzas de Bolívar,
las luciérnagas
de Policarpa
y el aullido
de los libertadores
resucitan con niebla
en la hondonada.

Tras la pared de fusilados
invencibles retoñan
los geranios
y deidades anónimas
bautizan callejuelas
del mercado.

¿Quizás el exilio
nos habría salvado?
¿Tal vez el asilo
preservaría a Jaime y a Leonardo
cuando el palacio
armó la mano del esbirro?

Dejemos al examen del futuro
el error de la lucha, si era bueno
acudir a la cita, si era mejor agazaparse, si el tejido
del tapete gigante debería
llevar un hilo de oro o de topacio
en lugar del cabello aniquilado.

Pero
no teorices
sin medir el esfuerzo, la titánica
labor que hace la ola en el océano
ni consigas el titulo con tesis
bien (mal) pagadas
sobre la tumba de los mártires.
Sube un rayo
de luz anunciadora,
una espuma veraz
del fondo oceánico
desde la sencillez
de Jaime
Pardo.


Los caballitos de la semana

Siete caballitos tienen la semana
Y no se sabe cual va más cargado de gente
Cuál va más tísico
más cercano a la tumba.

Cada hora es un día,
cada día un año,
cada año es un siglo.

Buen día, mal día caballito,
Espero que los hombres te envidien la hombría
Que la muerte tenga piedad de ti.

Eres obrero sin derecho de huelga,
Prohibido espantarte,
Prohibidos pactos colectivos
Y mucho menos pliegos petitorios.

Estamos en la pre- esclavitud.

Y una locomotora arrastra todos los vagones
Y el humo oscurece el rostro del caballo de fuerza,
Tomo mi café
Como mi pan
Y oigo cómo relinchas en cada miligramo de alimento.

Siete días tiene el padecimiento,
Siete caballitos
Arrastran el carro de la muerte.


AMOR SALVAME DE LA PREHISTORIA

Hallo tus fotos
caídas entre los libros,
clavadas en la espalda de mi casa,
atravesándome la frente.
Te veo, reportera,
tapándote de la ventana cruel,
huyéndole al viento verdugo.
Y allí vas
saltando charcos,
retratando a los niños,
descifrando la esfinge suburbana.
Mariposa árabe:
sácame de la prehistoria,
rescátame del diluvio universal.
Y preguntas. Preguntas mucho.
Indagas existencias
hasta hacerlas cantar en tus crónicas
y vuelves a salir
(no esperes, llego tarde)
a la calle apoteósica.
Afuera Bogotá nocturno
emprende comunidades estelares
en su tapíz asiático.
Asciendes
barriadas ventisqueros
y luego:
“Hoy visite Lucero Alto,
pasé por las Colinas,
cómo llovía en el Meissen”.
Entrégame la flor de la suerte
trébol  del nomeolvides
fluvial Ofelia en pos de Hamlet.
Cierra la ventana por Dios:
el sacrílego viento no me deja dormir.


NEOVIEJO IDIOMA

Cuando aparece (fenece) un mundo
el idioma se cambia, los sentidos se alteran,
dicen los reyes: tiranía es esa diosa libertad,
la justicia es injusta y lo injusto es justicia
y tú rebelde cuenta los escalones del patíbulo.
Y la hoguera devora a los infieles.
Algo debe estar gritando abajo
remontándose en sombras hasta la luna,
porque llaman vetusto a lo reciente,
modernidad a vamos al pasado,
reaccionario a lo nuevo
y derecha a la izquierda.
Nuevo hipócrita idioma
cambiaron los sentidos, los colores, los días,
lo liquido detúvose, se evaporó lo inmóvil
y una esperanza surge entre el desastre:
que el pueblo vuelva
y ruede la baraja
y salga el astro rey
de entre los naipes.


ESTO VA A SER PARA LARGO

Esto va a ser para largo.
Que así lo entienda la gente.
No van a desensillarnos
de repente.
Codos con codos con codos,
frentes con frentes con frentes,
despierten si están dormidos,
indiferentes,
Que aquí va a haber, para todos
postes y pestes,
y largo va a ser, muy largo.
Noches y noches, y noches.
Inmensamente.

Si por mártires inermes
se hicieron las patrias libres,
¡libertad como la yerba
tuvieses, triste!
Y si con un muerto hallases
Lo que en el muerto perdiste,
¡300.000 muertos tuyos
están diciendo que están
muertos en el fondo, triste!

¡Armas con armas con armas
para ti, triste!
¡Armas con armas con armas
Que así naciste!

Tiembla al fondo de la noche
una cantina en penumbras.
Allá voy.
Cobres sonidos inmóviles
bajo una campana hondísima
piden amor.
Los suelos, yertos, verdecen.
Las mesas, en un rincón,
mientras que por la cantina
vuela, errante golondrina,
esta canción:
-A las farolas azules
quiero volar, lentamente.
Esto va a ser para largo
y el ultimo tren paso
ya, tuertamente.

Iba el coche comedor
separando los dos coches.
El de primera dejándose,
el de tercera al ataque,
hollín, y toses.
Y por donde resbalaba
un humo negro emitía
que le tapaba la cara
al ultimo tren sonámbulo.
Y maldecía.

No sé quien me trajo aquí
que así me duele la vida.
Me duele, y sé que ya quiere
brindarme su despedida.
Sólo le pido me lleve
la nave de su partida
pues tengo que irme muy lejos,
muy lejos,
para saber qué es la vida.

Hay un ave por la tierra
hostia en rojo, Libertad.
Cuando los hombres la pierden
no son ya hombres de verdad.
No sé cuándo la he perdido
y ella me viene a llamar
en un rostro que es el rostro
sol de una nube solar.
Hay un ave, fuego al rojo
por la tierra, Libertad.

Quiero preguntarle cosas,
A todos los presidentes:
-no se cansan de comer
señores dientes?
No se cansan de beber
sangre caliente?

Un año nuevo llega,
banco y banquete:
gentes con gentes con gentes
con gentes, gentes, con gentes.

Sabemos que en el Tolima
los hombres están muriendo.
Sabemos que en Tierradentro
Están los hombres muriendo.
Pero de qué enfermedad
se están los hombres muriendo?

Sabemos que en las brigadas
dan sentencia de colonias
pero no se abren las alas
con tal historia.
Por qué no se abren las alas,
si hay más campo y más gloria?

¡Estudiantes, estudiantes!
Masacres!
Masacres!
Masacres!

¡Campesinos, campesinos!
Sangre!
Sangre!
Sangre!

¡Obreros, obreros, obreros!
Cárceles!
Cárceles!
Cárceles!

¡Soldados, soldados, soldados!
Cárceles!
Sangres!
Masacres!

Aquí me duele la vida:
aquí, en mitad de mi pecho.
No soy más que un hombre más,
pero me duele mi pecho
de ver como nos confunden
con basura y con afrecho.
No soy más que un hombre más,
pero me duele mi pecho!

Antes que el ave despunte
cuánta sangre por los puentes.
Tendrán que armarse con armas
los inocentes
codos con codos con codos,
frentes con frentes,
despierten si están dormidos,
indiferentes,
que aquí va a haber para todos
postes, y pestes,
y ésto va a ser para largo:
noches, con noches, con noches.
Inmensamente.