Foto: PBI Colombia
27 Jul 2018
Bajo la consigna "Somos más que una comunidad habitando en las calles, somos oro vivo", una iniciativa ciudadana busca solidarizarse con las cerca de 1000 personas del Pueblo indígena Embera que se encuentran en condición de desplazamiento en la ciudad de Bogotá por cuenta del conflicto armado.
Reconociendo su valor cultural y su condición de víctimas, el Colectivo ha propuesto una serie de estrategias, entre las que se encuentran acciones participativas, a corto y mediano plazo, que ayuden a mejorar las condiciones de vida de los Embera; por lo menos mientras el Estado brinda garantías para que retornen a sus territorios ancestrales.
Como parte de las actividades propuestas, se encuentra la realización de una Minga el próximo 29 de julio en la Plaza de Bolívar de la capital, donde esperan que posteriormente a su realización, se consolide un amplio colectivo ciudadano, con apoyo de instituciones públicas y privadas, desde las cuales se multipliquen este tipo de acciones solidarias.
Durante el evento se realizara una jornada cultural y deportiva, gestionada gracias a los aportes de ciudadanos e instituciones que se vinculan voluntariamente, con apoyo financiero para temas de alimentación, chaquiras como insumos para la producción de artesanías, chalecos para la guardia indígena que proteja su propia comunidad y trajes para las presentaciones de danza.
Además de disfrutar de los actos y presentaciones, los asistentes podrán aportar adquiriendo un bono que es intercambiable con alguno de los artesanos de la comunidad, por una muestra de su trabajo el día del evento.
Sobre el Pueblo Embera
El pueblo Embera, ancestralmente está asentado en los departamentos de Risaralda, Chocó y Antioquia, divididos en tres grandes familias: Embera Dovida, Embera Chami y Embera Katio, poseedores de una cultura caracterizada por su comovisión, lengua propia y prácticas como la caza, la pesca y trabajos de artesanía.
Desde hace más de una década, el recrudecimiento de la violencia fruto del conflicto armado y la indiferencia estatal, ha conllevado al masivo desplazamiento de estas comunidades a ciudades como Bogotá, a la que llegan hombres, mujeres, niños y niñas para habitar en condiciones de pobreza absoluta, engrosando así los cinturones de miseria.
La mayoría reside en sectores como La favorita, San Bernardo y la Cruces, lugares donde se exponen a flagelos como la drogadicción, prostitución, explotación infantil, y habitancia de calle, o en los llamados "pagadiarios" donde deben dormir en el piso y pagar cada día para poder dormir bajo techo. (Le puede interesar: Ejército nunca llegó a comunidad indígena confinada por paramilitares)
Programacíón.
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