Muchos olvidan cual es la labor del maestro

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Foto: En defensa de Miguel A. Beltrán
Por:  Nicole Jullian
[08 Jun 2016]

La facultad de ciencias humanas de la Universidad Nacional cumplió hace poco 50 años y a raíz de esto consideró oportuno otorgar alguno que otro reconocimiento a egresados de este facultad. Pues bien, la Decanatura determinó reconocer al sociólogo Miguel Ángel Beltrán “por su destacada labor como egresado de la facultad de ciencias humanas”. Aparentemente Beltrán figuró entre la lista de docentes activos y esto fue suficiente para que Carlo Tognato (profesor asociado al departamento de sociología) y compañía dieran rienda suelta a una telenovela cuyo guion pone en tela de juicio la capacidad intelectual de los creadores.

Tognato junto a un gran número de docentes activos de la facultad de ciencias humanas quisieron expresar en una carta abierta el desconcierto frente al reconocimiento que recibiera Beltrán como “docente activo”. ¿Pero tanto show sólo por el hecho de que Beltrán aparece equivocadamente como docente activo en un correo electrónico que circuló de manera interna dentro de la facultad? A ver, hablemos las cosas como son. La carta es patrañera y pone en evidencia la real intención de los firmantes. Ellos mismos dicen: “[e]sta carta tiene que ver con la defensa de la academia y del legado histórico de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de Colombia.”

El guion llegó rápidamente a Medellín desde donde el profesor Gustavo Duncan (Universidad Eafit) hizo uso de sus facultades intelectuales para darle más cuerpo a esta telenovela. Él es de la opinión de que “el reconocimiento a Beltrán pareciera estar fundado exclusivamente en su posición ideológica y en el episodio de su detención. ¿Qué otra cosa puede deducirse si una rápida búsqueda por internet muestra que el impacto de su producción académica es intrascendente?” Gustavo Duncan miente en su columna del El Tiempo del 2 de junio cuando señala que a Beltrán lo condenaron “por llevar a cabo funciones propias de una organización armada como, por ejemplo, reclutar estudiantes para las Farc”, pues en la sentencia de segunda instancia queda claro que el montaje jurídico se basa exclusivamente en una escuálida argumentación del supuesto delito de rebelión. Duncan no sólo ambiciona atacar la dignidad del sociólogo Beltrán, no sólo intenta destruir la cualidad inmanente del sociólogo Beltrán como persona merecedora de respeto, sino que deja en evidencia la miseria de la condición humana.

Cada uno de estos académicos (sean firmantes de la misiva o columnistas) han puesto en entredicho las capacidades intelectuales del sociólogo Miguel Ángel Beltrán. Cada uno de ellos y ellas se apoya en sus “trascendentes” doctorados y publicaciones para aplaudir el atropello de la dignidad del otro. Cada uno de ellos y ellas insiste en que ese “otro” que piensa distinto, es inferior. Cada uno de ellos y ellas insiste en que el dictamen de la Corte Suprema de Justicia -a través del cual se argumenta que las pruebas provenientes de la »Operación Fénix« se consideran irrefutablemente como ilegales- es digno de ser ignorado.

Pero lejos de su Colombia natal, lejos de esa democracia homicida y represiva, el trabajo de este sociólogo es reconocido en ámbitos internacionales de los latin american studies. En el segundo semestre del 2015 el texto de Beltrán “el análisis comparativo: algunos aportes latinoamericanos en la segunda mitad del siglo XX” (Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, vol. LIX, núm. 221, pp. 145-174.) fue lectura obligada en el seminario “temas y objetos de investigación y reflexión teórica en la sociología latinoamericana” impartido para la Maestría del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Universidad Libre de Berlín. Por cierto, ni los trabajos de Tognato, ni los de Duncan, ni los de ninguno de los firmantes de esa misiva son considerados en dicha facultad.

Pueda ser que los trabajos del sociólogo Beltrán no estén publicados en los grandes journals internacionales de las ciencias sociales. Pero de ahí a decir que su producción académica es intrascendente, eso es mucha infamia señor Duncan. Quienes conocemos al sociólogo Miguel Ángel Beltrán, quienes hemos discutido con él sobre el devenir sociopolítico de América Latina, sabemos que su capacidad de análisis y su trabajo intelectual es deslumbrante. Su misión está lejos de ser la de un académico servicial con la producción de conocimiento que exige el modelo neoliberal de educación superior. Beltrán es por sobre todo un maestro, cualidad hoy en día muy olvidada por la comunidad académica.